viernes, 20 de agosto de 2010

(Im)perfección.









Querida vida,

Estoy en la época de cometer errores, de equivocarme, de caerme… ¡y yo lo hago mejor que nadie! Pero estoy madurando. Poco a poco. Estoy en continua evolución. Avanzo y retrocedo constantemente. Jamás llegaré a ser una persona verdaderamente formal; soy demasiado niñata e infantil como para ello. No me considero típica, aunque tampoco especial. La mayor parte del tiempo estoy evadida en mi propio mundo y no puedo ni quiero salir. Tengo mi cabeza y mi corazón arriba, en las nubes. No tengo equilibrio, tampoco termino medio. O arriba o abajo. Me pongo triste muy fácilmente. A veces soy por completo una niña pequeña. Vivo bajo mis propias reglas. Soy un verdadero caos por dentro. Digo lo más inadecuado en el momento más inadecuado. No pienso en las consecuencias de mis acciones ni en las consecuencias de mis palabras. Simplemente digo lo qué siento y cómo lo siento.

A veces no quiero vivir mi vida. Pero quiero hacerlo bien. Quiero esforzarme al máximo. Y todavía me queda mucho camino por recorrer; lo sé. Tengo presente que no puedo dar las cosas por hecho. Tengo que hacer que sucedan. O al menos intentarlo. Estoy segura de que es una de las claves de la vida. Darlo todo y no poder arrepentirme por lo que no he hecho y debería haber hecho. Lo tengo presente cada día. Rendirse ya no forma parte de mi estilo.

Pese a todo esto, he de reconocer que ni yo misma me acabo de conocer bien. No sé con exactitud lo que quiero y lo que no, lo que siento y lo que no, lo que deseo y lo que detesto. No puedo ver todo lo bien que quisiera lo que se esconde dentro de mi. Me queda todavía mucho por aprender, mucho por conocer, mucho por sentir, mucho por vivir. Soy 100% consciente de aquellos momentos en los que siento que no soy lo suficiente, que no me gusto tal y como soy, que estoy fuera de lugar, que creo no encajar, que me gustaría ser una persona distinta o, por lo menos, sentirme diferente. Pero, si una cosa tengo clara, es que no puedo/quiero/debo cambiar la forma en la que soy. Y, si algún día lo hago, no lo haré por nadie que no sea yo misma, porque en el fondo, dentro del caos interno que cargo cada día detrás de mí, sé que estoy perfecta dentro de la piel en la que me ha tocado vivir. Tengo suerte de ser quién soy.

Así que… ¡jódete, esta soy yo y no puedo cambiarlo ni ocultarlo ni remediarlo! Me guste o no. Te guste o no. Sólo tengo una vida y no voy a vivir una mentira fingiendo ser alguien quién no soy. ¿Podrás soportarlo?

Atentamente,
Helena.